Concebido desde sus orígenes como ornamento, el collar ha cumplido distintas funciones a lo largo de la historia. Desde su uso como distintivo social hasta su utilización con fines religiosos, el collar ha llegado hasta nosotros como un complemento con funciones fundamentalmente estéticas. Desde los más tiernos albores de la humanidad, los collares han adornado los cuellos de hombres y mujeres de todas las épocas, edades, etnias, religiones y clases sociales.
Existen muchos tipos de collares. Los podríamos clasificar según los materiales de fabricación, las funciones que desempeñan, su estilo, su composición o sus usos más frecuentes. Sin embargo, hoy nos fijaremos en la importancia de la fisonomía a la hora de escoger el mejor collar para cualquier ocasión.
En primer lugar, es muy importante tener en cuenta el color de nuestra piel, su tono y sus matices en el momento de elegir collar. Es lógico pensar que si estos detalles nos ayudan a escoger el tipo y el color de la ropa que vestimos, también valgan para seleccionar el color y la forma del collar que vayamos a lucir.
Nuestra altura, la proporción del cuello y la forma de la cara también van a ser factores determinantes en nuestra elección. Por ejemplo, si queremos orientar la vista de los demás hacia la cintura nos decantaremos por un collar delgado, colgante y en forma de V, con una caída por debajo de la línea superior del pecho. Pero cuidado: si nuestra estatura es mediana o tirando a la baja, este tipo de collares contribuiría a ofrecer una imagen descompensada de nosotros. En este caso, escogeremos un collar más ancho y con una caída que no rebase el esternón. Asimismo, si tenemos una cara más bien alargada, con las facciones marcadas, deberemos preferir los collares con forma redondeada y los que tengan una caída ancha, que se expanda hacia los hombros o los laterales del torso. Estos, en cambio, no convendrán a una tez redondeada, de contornos suaves y facciones poco marcadas para la que sería mejor elegir un collar que contribuya a resaltar las facciones y a darle al rostro una forma más ovalada.
Los collares, como cualquier otra prenda o complemento, deben cumplir con la misión de resaltar nuestros atributos naturales. Están concebidos para que se adapten a nuestra forma, gustos y estilo propios y nunca, en ningún caso, debería suceder al revés.
Recordad que, como siempre, nuestro mejor consejero a la hora de elegir collar va a ser el sentido común. Ante todo, debemos ser coherentes con nuestro estilo, basar la elección en nuestros gustos, en la ocasión y en el contexto en los que vayamos a lucirlo y, sobretodo, no forzar combinaciones con las que perdamos naturalidad y nos podamos sentir incómodos o incómodas. La incomodidad con uno mismo, aunque no nos lo parezca, es algo que se percibe desde lejos.
Así que ya lo sabéis: el gusto, la naturalidad y el estilo componen una trinidad inquebrantable, algo que debemos tener muy presente, también, en el momento de escoger el mejor collar para cada ocasión.